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miércoles, abril 24, 2024
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Cruce de Caminos ****

El director de Blue Valentine nos ofrece un intenso drama muy particular. Derek Cianfrance se hizo muy popular tras una larga carrera dirigiendo documentales, por su anterior película, Blue Valentine. Popular en el circuito independiente y de los premios anuales, sobre todo gracias a las interpretaciones soberbias que consiguió de sus dos protagonistas, algo que tiene mucho peso también en esta película, que no es una película normal y a la que su tráiler no hace justicia. Pero eso es perfecto, porque la complejidad de las historias que nos van a contar es mejor disfrutarla en la película, sin que nos destripen nada antes. Es un modo original y diferente de acercarse al drama, aunque visualmente encontremos las mismas claves que en Blue Valentine, ese estilo más cercano casi al documental donde el director ha pasado tantos años trabajando.

Un especialista de motos de feria que se convierte en ladrón de bancos, un policía que es considerado un héroe por todos pero que se siente corrupto por dentro, un par de chicos que se conocen en el instituto y traban amistad pese a sus diferencias. ¿Qué tienen en común estas historias? Todo y nada a la vez. Porque la película no juega a mezclar historias como si se tratase de una película tipo Babel o similares, no quiere engañarnos saltando de una a otra durante todo el metraje. Es lineal y sigue la historia como el curso del río, de principio a fin. Sólo que tiene tres historias que contar. Tres historias principales, y luego varias pequeñas que rodean a esos personajes. Como si la película fuese en realidad tres películas a la vez, cada una de unos 45 minutos de duración. Ese es una de sus grandes virtudes, y también un pequeño defecto.

Y como en su anterior drama, brillan con luz propia sus actores. Un siempre impecable Ryan Gosling, aunque en un papel demasiado parecido al de Drive en demasiadas cosas, un sensacional y contenido Bradley Cooper, que demuestra, una vez más, que no es sólo un rostro bonito del cine. Una Eva Mendes destrozada, sexy, perdida. Un Ray Liotta que despide peligro en cada mirada. Y los jóvenes, Emory Cohen y Dane DeHaan, parte imprescindible de la película. También es imprescindible el modo en que el director cuenta la historia, no sólo por la linealidad narrativa, sino por esos planos secuencia, esa continuidad, ese riesgo con las motos por ejemplo…

Es como si nos contasen el pasado del villano al completo, antes de presentarnos al poli bueno que no lo es tanto, o nos contasen la historia de los padres de los chicos protagonistas de una película. Todo en uno. Y sensacional e hipnótico, pero con un riesgo asumido. Hay historias que se quedan a medias, de las que pides más, como la de Ray Liotta y la corrupción, o personajes abandonados, como el de Rose Byrne. O que la primera parte de la película tiene más fuerza que el resto. Y aun así el resultado es excelente, conmovedor y terrible, pero esperanzador. Muy en la línea del trabajo de Jeff Nichols, sobre todo en Mud, muy reciente, o de la propia Blue Valentine. Una película muy recomendable.

Jesús Usero

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