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sábado, abril 20, 2024
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Destino Final 5 **

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No llevamos un buen año en lo que a terror se refiere, la verdad. A la falta de propuestas que realmente puedan revolucionar un género algo estancado en los pasados años, se suma la ausencia de estrenos ciertamente potentes de cara a la taquilla o que entusiasmen al público. Por no mencionar a los críticos que siempre han tratado el género como un medio menor, casi como si pudiese contagiar algo a géneros más “respetables”. Hay honrosas excepciones, claro, como la española Secuestrados o la modesta producción Insidious, que sin ser nada del otro jueves, encandiló al público de medio mundo.

Pero el género necesita golpes de efecto, como en su momento lo fue la franquicia Saw, los remakes de películas de los 70 y 80 (que últimamente parecen no interesar ya a nadie), El Sexto Sentido o la más reciente Paranormal Activity, película a la que ahora todo el mundo pretende copiar con más o menos gracia. Y dejando de lado que los mejores momentos del género los estamos viviendo en televisión con series como Sobrenatural, de la que nunca nos cansaremos de decir que tiene episodios que inquietan más en 40 minutos que películas de 2 horas, o la próxima The River, que promete mucho y viene creada por el padre de Paranormal Activity, en cine las cosas se complican últimamente. Tampoco es que el verano sea la mejor época para el terror, pero una buena ración de sustos animan en cualquier época del año.

El problema también es que muchas películas han abandonado el género de terror para dedicarse a otros menesteres. Es decir, que muchos empiezan a tomarse el asunto a pitorreo para que el personal se eche cuatro risas, sin que el asunto tenga mucho que ver con el miedo o con hacer pasar un mal rato al patio de butacas. Más bien se intenta hacer reír. Ya sea por el camino del descacharre más absoluto (Un San Valentín Sangriento, Piranha 3D), o por el camino de la seriedad que camufla otras intenciones que se muestran cuando empieza la carnicería, que es el caso de Destino Final 5, que, como la anterior entrega, viene también en 3D.

Al césar lo que es del césar, porque Destino Final fue de las primeras sagas que ya con la segunda entrega empezó a tomarse el asunto a cachondeo y a desarrollar un universo interno muy peculiar donde las reglas son inalterables. Escapas de la muerte, tarde o temprano ella dará contigo. Pero no de cualquier forma, sino de la manera más gráfica, insultante y absurda posible. Como si además de acabar contigo la muerte se riese de ti. Y por supuesto, el público la acompaña. Lo peor de todo es que en esta ocasión venían con la muletilla de “esta vez las reglas han cambiado” y la verdad es que no han cambiado para nada. Todo sigue igual. Los personajes, cachos de carne con ojos camino del matadero, son los mismos desde la primera película, sólo cambian sus caras. Y la forma de morir. Sus historias personales, el trasfondo humano… todo desaparece. Lo importante no es que las víctimas nos caigan bien o mal, es que mueran de la forma más salvaje y enrevesada posible.

Por eso no hacen falta rostros conocidos, y la mayoría de los miembros del reparto son gente de televisión de segunda o tercera fila, rostros difíciles de recordar, aunque acompañados de algunos actores con solera como Tony Todd (un habitual de la saga desde la primera entrega), David Koechner (qué difícil se hace no esbozar una sonrisa cada vez que se asoma a la pantalla) o Courtney B. Vance. Ellos aportan lo poco de interpretación que una película así tiene o se espera de ella que tenga. El resto es carne de cañón.

Claro que los seguidores de la saga saben perfectamente a lo que van. No creo que busquen pasar miedo. Buscan reírse y corear las muertes truculentas. Lo que ocurre es que a fuerza de repetir el argumento (que no ha cambiado ni un solo ápice en cinco películas), empiezan a cansar y dejar de ser efectivas o graciosas, por mucho gore e ingenio que intenten aplicarle. Hay muertes que no funcionan y terminan por aburrir, como la del gimnasio (es imposible morir así. Físicamente imposible, en serio. Se les va la pinza) y la visita al oculista. Mientras otras brillan por sí solas, como el masaje o la fábrica. Gore y casquería, sí, pero digital, que impacta bastante menos.

La escena de apertura es espectacular, sin duda, y cada vez lo son más en la saga. Y además el 3D es casi imprescindible en una película que busca el efectismo y que se pasa medio metraje lanzándonos cosas a la cara. Para eso, el cine de terror siempre fue el más descarado y que mejor supo hacerlo.

Pero su losa es que se intuye una posible derivación de la historia, un auténtico cambio de reglas que no se aprovecha nunca. Lo de matar para que otro ocupe tu lugar podía haber dado mucho de sí y haber ofrecido una película muy distinta y mucho más interesante. Al final todo queda en mera anécdota, y eso le resta muchos enteros. La película es lo que es, pero por entre sus fotogramas se intuye algo mucho más interesante que se dejó pasar. Al final, tras cinco entregas, la fórmula está completamente agotada. Y empieza a cansar.

Luego en los dos últimos minutos tenemos un guiño a los fans y un momento que parece cerrar el círculo de la franquicia, justo previamente a unos títulos de crédito que recopilan las mejores muertes de la saga. Como si hiciera falta que nos recordasen que esto es una broma. Un chiste macabro de hora y media de duración que no llega a aburrir pero que comienza a hacerse pesado y puede que algo indigesto. Necesita ser puesta en la nevera ya o un lavado de cara integral.

O aprovechar esa interesante propuesta de matar para que la muerte no te lleve. Eso sí merece una película nueva en la saga.

Jesús Usero

 

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