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viernes, marzo 29, 2024
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El sastre de la mafia ★★★★

El sastre de la mafia ★★★★

Crítica de El sastre de la mafia

Crítica de la película El sastre de la mafia

Intriga muy competente repleta de giros y tensión en el mejor estilo Hitchcock.

      El sastre de la mafia, título español de The Outfit, ha resultado ser una muy grata sorpresa que supera las expectativas que tenía sobre ella. En primer lugar es una auténtica lección de Mark Rylance en una clave casi de monólogo actoral, aunque el resto de sus compañeros de reparto le respalden con eficacia incuestionable. Todo gira en torno a él en un espectáculo de giros de guión y diálogo que revisita el cine sobre mafia de una manera muy curiosa, reivindicando las mejores claves y los mejores recursos que sirven como puente en entre teatro y cine de manera madura, solida y capaz de atraparnos en la trama con maneras que me recuerdan tres recomendables antecedentes.

         Por un lado sospecho, como algunos de los compañeros de la crítica con los que tuve el placer de intercambiar opiniones y echar un saludable rato de charla al salir del pase de prensa, que esta película incluye un guiño de homenaje a la que podría ser una de sus mayores influencias, La soga (1948), dirigida por Alfred Hitchcock. Así nos lo parece a algunos por el papel que le otorga al arcón en la trama que nos cuenta. Como ese ese clásico, para mí menor, del maestro del suspense, se desarrolla en interior, en un par de habitaciones, y como La soga, El sastre de la mafia se define en positivo por no ser teatral en absoluto. Por el contrario es plenamente cinematográfica en todos y cada uno de los aspectos del lenguaje audiovisual que maneja con habilidad sacándoles el máximo partido.

El sastre de la mafia ★★★★

         Anecdóticamente otra pista en ese sentido es el propio cartel de la película, concebido visualmente en una propuesta que hace imposible para el cinéfilo no recordar el diseño de los clásicos del cine de Hitchcock en los años cincuenta. Ojo al destacado papel que tiene en el propio cartel e incluso en la trama ese objeto significativo que son las tijeras del protagonista. Construido con singular habilidad para ejercer al mismo tiempo como puente al pasado real y ficticio del protagonista -el flashback verbal falseado es una de las claves de la película y todo un ejemplo de reflexión sobre cómo falseamos el pasado para maquillar nuestra imagen ante el prójimo- operando al mismo tiempo como aviso o anticipación.

El protagonista insiste en otorgarles a sus tijeras también la potestad de definirse a través de esa herramienta protagonista en el cartel de la película cuando insiste en diferenciarse del sastre explicando con orgullo que él es cortador. Las tijeras se me antojan otro guiño clave a los paisajes de intriga de Hitchcock que orbitan en el conjunto de influencias y referencias de esta película, aludiendo en este caso a otro trabajo del mago del suspense que se resuelve esencialmente en interiores: Crimen perfecto (1954).

         Junto a estos dos clásicos, la película que aquí nos ocupa también me recuerda otro título con el que comparte esa habilidad para manejarse en similares parámetros sin caer en la teatralidad. Ese otro largometraje está tejido igualmente desde el género de suspense y poderosamente influido por el teatro sin dejar de ser cine: American Buffalo, que en 1995 dirigió Michael Corrente adaptando al cine la obra teatral de David Mamet.

         ¡Y qué difícil es escapar al recuerdo de distintos momentos de la serie Breaking Bad ante las secuencias de pulsos verbales donde la violencia parece a punto de estallar en El sastre de la mafia!

         Aplaudo el poder de la construcción de la trama de esta película que crea una complicidad con el espectador en un relato que se construye en interior, pero cuyo diálogo está repleto de alusiones a cosas que ocurren en el exterior, reforzando así esa sensación casi claustrofóbica que nos mantiene atrapados en el laberinto de la trama junto a los personajes. Aplaudo cómo el diálogo y los actores se convierten en la herramienta dominante de la narración sin que por ello   renuncie el director a plantear en su puesta en escena múltiples referencias visuales que operan a distintos niveles como elementos de suministro de información consciente o inconsciente al espectador. Es el caso, por poner un ejemplo entre muchos, de ese maniquí del escaparate que, lógicamente dando las espaldas a la acción, opera en muchos planos como una especie de alusión a la sombra de lo que oculta el protagonista, testimoniando esa doblez del mismo. Y he disfrutado mucho con esa especie de montaña rusa de alianzas forzadas del protagonista con distintos personajes en distintas fases de una película que merece ser tenida en cuenta por los amigos del buen cine, el cine para adultos, un cine de calidad más allá de las modas del blockbuster del momento que actúa como bálsamo capaz de devolverle al público su verdadera identidad como consumidor adulto de las fábulas audiovisuales.

         El sastre de la mafia es una buena película. Totalmente recomendable.

Miguel Juan Payán

                                             

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Miguel Juan Payán
Profesor de Historia del cine, Géneros cinematográficos y Literatura dramática

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