Romance bélico que se queda corto y equivoca el camino en el abordaje de su tema central.
Gernika cae en todas las trampas de intentar abordar un asunto histórico mezclándolo con los géneros cinematográficos y se empantana en una historia de amor que al mismo tiempo quiere servir a las lógicas necesidades de la reconstrucción del suceso pero se pierde por un camino equivocado. Es un error poner a James D´Arcy en el brete de ser una especie de eco de Gary Cooper en Por quién doblan las campanas, con un papel de antihéroe poco creíble que ya desde su presentación en la sala de cine queda eclipsado por una visión romántica y demasiado tópica y previsible del personaje y pierde entidad en el cara a cara con Ingrid García Jonsson. García Jonsson es una de las presencias femeninas del cine español más interesantes de los últimos estrenos, destacada en Acantilado y en Toro y es perfectamente capaz de apropiarse sin esfuerzo de esos primeros compases de presentación de Gernika. Lástima que luego no acierten los artífices de la película a explorar y explotar más ese personaje femenino, que resulta mucho más interesante para reflejar que la convencional, previsible y poco interesante peripecia romántica entre D´Arcy y María Valverde, en la que se repite el mismo efecto: interesa mucho más la peripecia del personaje de Valverde como encargada de prensa y sus enredos sentimentales con el personaje de consejero soviético interpretado por Jack Davenport que ese forzado romance con el periodista norteamericano. En general, todos los personajes femeninos de la película son más interesante que sus compañeros masculinos, lo cual inevitablemente me ha llevado a pensar que la película habría salido muy beneficiada de explotar su argumento en sendas más cercanas a Libertarias, la película que dirigiera Vicente Aranda en 1996, que dejando que la trama sentimental tipo Por quién doblan las campanas, visión caduca y hollywoodiense de la guerra civil española, devorara los otros muchos aspectos interesantes que tiene esta película, incluyendo el tema histórico que le sirve de título y motivo central.
Creo que como asunto histórico, e incluso desde un punto de vista de la memoria, el bombardeo de Gernika merece un tratamiento más sólido y serio, en lugar de acabar secuestrado por una estructura de melodrama convencional sobre amores en tiempos de guerra que en algunos momentos de la película roza los aspectos más absurdos del culebrón y además tiene una preocupante tendencia a adornarse con personajes estereotípicos, como el cónsul ruso interpretado por un buen actor, Burn Gorman, al que sin embargo parecen haberle dado la orden de ser algo así como el equivalente del enlutado agente de la Gestapo de En busca del Arca perdida. El tópico devora a Gorman como devora a D´Arcy, y creo que el talento de ambos actores merecen un casting más afinado y un poco más de solidez en sus personajes, porque tal como los utiliza Gernika quedan reducidos a mero estereotipo, marionetas esquemáticas atrapadas en las más maniqueas y extremistas definiciones de héroe y villano que el cine actual ya no puede permitirse, por mucho que fueran la seña de identidad de una manera hollywoodiense de trasladar estos temas al cine. El resultado es que Gernika me recuerda mucho a un tebeo de la colección de Hazañas Bélicas.
Miguel Juan Payán
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