Nanni Moretti vuelve a la cartelera con una comedia ambientada en el Vaticano, en un cรณnclave para elegir al Papa, y en torno a lo que ocurre cuando el elegido no parece estar dispuesto a aceptar esa elecciรณn. El miedo del elegido y sus consecuencias, expresadas en ese ย momento terrible del vacรญo en el balcรณn, con las cortinas cerrando un parรฉntesis de nada donde deberรญa haber estado el nuevo Papa, los fieles mirando ese vacรญoโฆ da paso a una sรกtira casi siempre sutil que tiene a su favor la humanizaciรณn de los personajes, como en ese paseo del Papa reciรฉn elegido por los pasillos, solo, lejos de todo el boato, mirando desde la ventana a los fieles que se dispersan en la plaza… hasta sentir incluso fรญsicamente el peso de la responsabilidad.
Moretti consigue asรญ poner en pantalla a unos personajes cercanos a lo cotidiano, ย si bien espรญa con descaro en los pasillos del Vaticano, husmea en el seno del Cรณnclave, bromea con lo cardenales, despoja al corazรณn de la Iglesia catรณlica de lo externo para demostrar que en el fondo quienes la llevan adelante son tambiรฉn personas de carne y hueso que tienen sus momentos de flaqueza, duda, e incluso sus nervios. La anรฉcdota argumental, que las dudas del elegido como Papa puedan motivar que le apliquen el psicoanรกlisis, ย es el punto de partida de una intriga que como todas las pelรญculas del director sobrepasa las fronteras del gรฉnero para fijarse cuidadosamente y con medido sarcasmo en las pequeรฑasย alegrรญas y miserias cotidianas (comer un dulce tranquilamente sin sentirse acosado por el peso del poder que ostenta, por ejemplo, en el caso de este Papa reticente que se busca en el exterior, entre la gente, en lugar de recluirse como mandas las costumbres del cargo). Ese camino le sirve para dar una visiรณn del asunto que quizรก a algunos catรณlicos les parezca osada, toda vez que, como le recuerda al psicoanalista el cardenal Gregori: โel concepto de alma y el de inconsciente no pueden coexistirโ. Quizรก alguna parte deย la โdiplomacia vaticanaโ aplicada al problema que se le plantea al argumento no haga gracia a algunos catรณlicos. Quizรก no les haga gracia a muchos.ย Pero es necesario decir que la pelรญcula reparte tambiรฉn cera humorรญstica para los psicoanalistas, con el โdรฉficit de atenciรณnโ, especialmente con una frase que dice el Papa, enorme Michel Piccoli, por cierto, en la fรกbrica de dulces: โTengo dรฉficit de atenciรณnโฆ pero no he entendido quรฉ esโ. O con esa esposa del psioanalista, ella tambiรฉn psicoanalista, que se empeรฑa en diagnosticar a todos sus pacientes de lo mismoโฆ dรฉficit de atenciรณn.
Me he dejado atrapar por esta construcciรณn de comedia tramada con mucha elegancia, aunque en algunos momentos no comparta el punto de vista del director. Dejando de lado las cuestiones de fe (esto es mรกs fรกcil de lo que nos han contado y en el fondo todo se reduce a si crees o no crees, no hay mรกs), la pelรญcula tiene muchos temas que me parecen interesantes y en su conjunto me ha parecido muy entretenida, con la intriga bien sostenida durante todo su metraje, con fragmentos que me han llamado la atenciรณn por su parentesco con los guiones de humor negro del gran Rafael Azcona y otros que me han hecho recordar a Billy Wilder, con ese guardia del Vaticano suplantando al Santo Padre en la habitaciรณn, moviendo cortinas, y entrando en su papel cada vez mรกs, o con esos curiosos vรญnculos de compaรฑerismo en el encierro forzado que van tejiรฉndose entre el psicoanalista y los cardenales (la charla sobre los fรกrmacos, por ejemploโฆ).
Me quedo con esa sensaciรณn positiva de humanizaciรณn de los personajes que propone el director, con su manera a mi modo de ver elegante de abordar el asunto y con esa mirada en la que puede haber escepticismo, pero no falta de respeto.
En cuanto a la humanizaciรณn de ese Papa, una lecciรณn magistral de interpretaciรณn de Michel Piccoli, unida al entorno que le rodea, me ha enganchado por los mismos caminos que en su momento me enganchรณ la serie El ala oeste de la Casa Blanca: en las mรกs altas instancias del poder tambiรฉn habitan personas con impulsos normales y corrientes que comparten con el comรบn de los mortales, por mucho que los encargados de protegerlos o mantener su imagen sujeta a las normas y costumbres se empeรฑen en lo contrario.
Eso sรญ, no me gusta el final. Creo que en su desesperanza deja otra vez ese parรฉntesis de vacรญo en el que no hay nada, y que no comparto.
Miguel Juan Payรกn
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