Es curioso como Hollywood intenta emular sus éxitos en lugar de buscar propuestas originales. Éste verano la comedia para adultos vivía un momento de gloria con Resacón en Las Vegas, película que se convirtió en la comedia más taquillera de la historia en USA pese a que sólo los mayores de 17 años podían acudir a los cines a verla. Y Jacuzzi al Pasado se nos antoja un intento de emular ese éxito (últimamente este tipo de película habría terminado en la estantería de DVD antes que estrenarse en cine), con una idea ciertamente alocada, pero que no termina de conseguir que el espectador se suba al carro de la historia que nos pretende contar.
Y es que la idea de un grupo de amigos que se duermen en un Jacuzzi y despiertan en 1986 tiene realmente más potencial del que se descubre en su escaso metraje de 90 minutos. Pese a que el grupo protagonista está compuesto por actores que se mueven como pez en el agua en la comedia (Craig Robinson, Clark Duke, John Cusack, Chavy Chase o quien acaba robando la función, Rob Corddry). El problema no está en los actores, está en cómo se nos presenta la historia. No hay forma de empatizar con los protagonistas.
Entre el líder del grupo, que parece pasar de absolutamente todo, el sobrino freak que no es capaz de disfrutar de su vida (aunque la tiene en el videojuego Second Life… donde ha sido condenado a 20 años de cárcel), el marido calzonazos que tiene un trabajo que odia y al que su mujer engaña… La ausencia de carisma de los personajes centrales hace que el relato cojee desde sus inicios, cuando aún está intentando encontrar su sitio. Mientras en Resacón en Las Vegas teníamos un grupo carismático y ciertamente adorable que nos hacía ser partícipes de sus aventuras, en este caso tenemos un grupo miserable y algo soso, en el que nos importa un comino lo que les suceda a sus integrantes, para bien o para mal.
Sólo el personaje de Rob Corddry, un suicida que aprovecha que tiene menos luces que un barco de contrabando y que acaba liándola parda en todo momento en el que se lo permiten o se despistan los demás. Ese personaje que puede parecer triste, resulta que es el que más ganas de vivir tiene. Y el que más disfruta y hace disfrutar al espectador. Suyos son realmente los mejores momentos de la película y las mayores atrocidades y salvajadas. El resto, pese al carisma de los actores, parece que simplemente pasaba por allí. De hecho el personaje de John Cusack es realmente alguien a quien acabamos cogiendo algo de manía, porque parece ser que todo le da lo mismo (su novia, su hermana, su sobrino, sus amigos…), y cuando empieza a interesarse por algo en el pasado se convierte en lo que se suele conocer como un cansino, no tiene un término medio, y su trama acaba siendo la menos interesante de todas.
Y los personajes femeninos, pese a lo interesante de actrices como Lizzy Caplan, son meros dibujos, un par de esbozos que no consiguen interesar al espectador. Es esa falta de carisma de los personajes (repito que no de los actores, que hacen lo mejor que pueden con los mimbres que les dan), la que hace que nunca termine uno de entrar por completo en la película.
Eso sin hablar de los chistes escatológicos que se exceden en la película hasta límites insospechados y que bien podrían haber sido sustituidos por algo más de mala uva y sarcasmo. Algo de inteligencia en lugar de tanta broma con los vómitos y las defecaciones, que sólo tienen un momento realmente divertido al inicio de la película con el chiste del BMW en el trabajo del personaje de Craig Robinson como parte de una tienda de mascotas. En otros momentos se les va de las manos.
Pero no es que Jacuzzi al Pasado no sea una película divertida, que lo es y mucho. Simplemente que no llega a aprovechar su potencial y no consigue hacernos interesarnos por los personajes, lo que le resta muchos enteros. A parte de eso (que no es poco), la película hace reír en varias ocasiones. De hecho en bastantes ocasiones. No son pocas las imágenes verdaderamente salvajes, divertidas, surrealistas y tronchantes de la cinta. Podían haber sido muchas más, pero se queda a medio gas en lo verdaderamente interesante y divertido. Parece por momentos que alguien tirase por el camino de lo fácil, en lugar de lo salvaje.
Así que lo que queda son esos ramalazos de genialidad en los chistes y la locura de la historia en general. Los momentos más descerebrados (casi todos de Corddry), como las apuestas en el bar, las peleas, el sexo en el jacuzzi de Robinson, la resolución final (no el final, que es blandito, la idea de resolución con espías rusos de por medio), el continuo chiste sobre la pérdida de un brazo por parte de Crispin Glover, el concierto improvisado, la escena de sexo final… Y la película no está exenta de esos momentos, sino que abundan a lo largo del metraje, por lo que uno siente algo de rabia. Ese era el camino realmente divertido de la película y el que no llega a tomar en favor de otras ideas ni mucho menos tan geniales ni descaradas como creen los responsables de la película.
Seguramente con amigos y unas cervezas la película gane puntos. Y seguramente también se podían haber limado muchas cosas del guión (como darle algo de vida a nuestros protagonistas). Incluso no hacer un final tan ñoño sería una gran idea, pero eso es común a casi todas las historias del cine de comedia. Pero si uno tiene ganas de echarse unas risas con la tropa, en compañía de un buen reparto y con algunos momentos realmente divertidos, sin más complicaciones ni monsergas, ésta es su película para este fin de semana.
Eso sí, que no intenten repetir en casa lo del jacuzzi. No funciona…
