Crítica de la película Jefa por accidente
Jennifer Lopez ejerce de superestrella latina, en esta floja comedia de Peter Segal.
La superación constante para conseguir las metas propuestas es un tema que suele encantar a la industria audiovisual estadounidense. Ya sea en formato de telefilme vespertino o de película cinematográfica con aires de libro de autoayuda, los nacidos en la nación de las barras y estrellas tienen una fijación casi freudiana, por alcanzar el éxito en sus distintas facetas existenciales (la profesional y la familiar, principalmente). Jefa por accidente (título poco afortunado pergeñado a partir del original, Second Act) es fiel a esa filosofía de manual rutinario y proactivo, que vierte sus enseñanzas sobre el personaje de Jennifer Lopez: una experta en ventas llamada Maya, que quiere progresar en su trabajo.
A modo de película con mensaje de superación muy de propósitos de Año Nuevo, el guion de la cinta muestra el camino hacia la cima de Maya: una mujer ninguneada en su puesto laboral, que obtiene la oportunidad de trabajar en una gran multinacional, después de que el hijo de una de sus amigas falsee su currículum. La aventura de emprendimiento profesional llevará a esta dama a darse cuenta de que el dinero y la fama no lo son todo en la vida, y de que hay cosas más importantes, por las que vale la pena luchar.
Peter Segal, conocido por comedias de corte neurótico del estilo de Ejecutivo agresivo y Agárralo como puedas 33 1/3. El insluto final, parece poco cómodo con el tono amable y un tanto deslucido de la historia, la cual recuerda sustancialmente a la reciente trama de ¡Qué guapa soy! (Abby Kohn y Marc Silverstein, 2018). En esa movie, la humorista Amy Schumer coincidía con el papel de Lopez en que igualmente era una mujer en busca del reconocimiento y de su valía personal, aunque se diferenciaban en el tema de la confianza en el físico por parte de ambas. No obstante, el mensaje final parece calcado entre estas dos obras, consistente en las reflexiones relacionadas con la necesidad de no perder la identidad, por muy brillantes que sean los supuestos neones de los éxitos multimillonarios.
Jennifer Lopez, como en el caso de Schumer, se convierte en el máximo reclamo de Jefa por accidente, con una interpretación de forzada empatía; y en la que pone en juego el arsenal de gestos y tics que han hecho célebre a la star de La celda. La neoyorquina triunfa a la hora de exhibir su envidiable naturaleza para seducir con sus bien cuidadas facciones (incluso en la escena del footing es capaz de mantener la pose), pero no sale tan airosa cuando de lo que se trata es de aportar verosimilitud a un argumento que parece elaborado con los ingredientes de una receta universal sobre comedias sentimentales.
A su lado, la no menos eficaz Vanessa Hudgens genera una conexión que favorece a que la trama avance sin demasiados tropiezos. No obstante, Segal se empeña en aderezar cada secuencia con un exceso de nata montada, a base de emociones enfatizadas artificialmente. Una solución que genera un cierto empacho de diálogos planos, carentes de situaciones con la suficiente chicha dramática y humorística.
Jesús Martín
COMENTA CON TU CUENTA DE FACEBOOK
★