Una pelรญcula de emociones que no consigue emocionar.
Fallido intento de Tornatore actualizando la fรณrmula epistolar a una historia de amor algo repetitiva. Historia de dos amantes a los que no les separa ni su diferencia de edad ni su procedencia de mundos distintos, sino finalmente la muerte, que no parece sin embargo capaz de impedir que prosiga su relaciรณn intensa y constante a travรฉs de las nuevas tecnologรญas, correos electrรณnicos, videoconferencias, dvdโฆ La parte mรกs interesante del relato, si bien no la mรกs desarrollada por el director, aunque tanto รฉl como el espectador acabe siendo plenamente consciente de ella, es ese esfuerzo casi รฉpico del personaje de Jeremy Irons por mantener el contacto con su amada, una Olga Kurylenko que ejerce fiel y eficazmente como un poderoso cebo para que el espectador pique con esta historia de amor imposible. Tornatore elabora ademรกs una sucesiรณn de planos de composiciรณn casi exquisita, que estรก por encima del empeรฑo narrativo de este nuevo trabajo, por encima del guiรณn, por encima de sus diรกlogos, con frecuencia pedantes, desprovistos de la necesaria frescura y de un sentido del humor que humanice a los personajes y propicie una mayor comuniรณn del espectador con lo que se le cuenta.
La impresiรณn general que produce la pelรญcula es la de la maquinaria de un reloj que funciona y da la hora, cuyas manecillas se mueven con eficacia prusiana en un circuito de propuestas visuales cuidadosamente encuadradas, asentadas sobre una alternancia de simetrรญa (en la ciudad) y paisajismo pictรณrico (en la isla), que nos atraen mรกs que la propia historia de sus personajes, lastrada por su limitado recorrido como trama mรกs propicia para el recorrido dramรกtico de un cortometraje que para desplegarse en el formato de un largometraje que ademรกs es demasiado largo, porque se le va de tiempo a fuerza de insistir en el mismo tema con pertinaz sequรญa de acontecimientos que aporten algo nuevo al asunto central.
Resultado de todo lo anterior es que en algunos momentos la narraciรณn se hace muy pesada y a ratos acaba incluso cayendo en la trampa de lo poco creรญble. Es tambiรฉn repetitiva. En su intento de mostrarnos el laberinto emocional y sentimental en el que vive la protagonista, acaba por perderse en un huerto de reiterados encuentros y desencuentros que pueden estar bellamente โpintadosโ con la cรกmara a travรฉs de la luz y la composiciรณn, pero no llegan a emocionar al espectador y nos dejan bastante frรญos respecto a los sentimientos del personaje interpretado por Kurylenko.
Debo confesar que en algรบn momento de la proyecciรณn me plantee que si volvรญa a escuchar a Jeremy Irons decirle a Kurylenko โDarlingโ iba a empezar a darme cabezazos contra la pared para salir del bucle en el que me habรญa metido Tornatore.
Entiendo, y valoro, el intento del director por jugar en la liga de la propuesta del amor contemplativo y escapar de la visceralidad obvia y melodramรกtica de su aplaudido final de Cinema Paradiso para acercarse a una propuesta romรกntica mรกs sobria, quizรก mรกs en la lรญnea de esa obra maestra del asunto que nos ocupa que es Hiroshima mon amour, dirigida por Alain Resnais en 1959, pero se queda muy lejos de ello y tampoco alcanza a otro intento similar mรกs resolutivo e interesante, sin alardes, Demoliciรณn, de Jean-Marc Vallรฉe. El intento lleva a Tornatore al territorio de lo pedante.
Miguel Juan Payรกn
COMENTA CON TU CUENTA DE FACEBOOK