Crítica de la película La luz de mi vida
Casey Affleck se convierte en hombre orquesta para este relato casi postapocalíptico.
Una historia de supervivencia que nos lleva en realizad a descubrir la relación entre un padre y su hija, mucho más compleja debido al estado del mundo en el que viven. Affleck es conocido en su faceta como actor, y recientemente también fue motivo de polémica debido a las acusaciones de acoso que recibió poco antes de ganar el Oscar por Manchester Frente al Mar. Pese al premio la imagen del actor se vio afectada por la situación y, en gran medida, da la sensación de que la película es la forma de Affleck de demostrar su amor, respeto y cariño por las mujeres, reflejadas en la imagen del personaje de su vida y en un mundo futuro, muy cercano, en el que las mujeres han desaparecido…
Ese es el punto de partida, un padre y una hija viviendo en continuo movimiento, viajando a través del país, en un mundo en el que una enfermedad casi ha terminado con las mujeres, pero su hija ha sobrevivido al ser inmune a la plaga, lo que la convierte en algo deseado, codiciado y por lo que merece la pena matar en este triste y gris futuro. Por eso debe pasar por su hijo, algo que puede hacer debido a que es preadolescente y podría ser confundida con un chico. Los problemas les seguirán pese a sus esfuerzos por mantenerse apartados del camino de los hombres y por vivir en paz.
En este mundo, la relación entre padre e hija es al mismo tiempo una relación de dependencia, de supervivencia y de amor. Y es clave que exista una enorme química entre ambos que nos haga sentir ese vínculo, pero especialmente el miedo de Affleck a perder a su hija, no sólo su hija sino lo único que le queda de su mujer, y en el caso de ella, Anna Pniowsky, el amor y respeto, pero también la necesidad de encontrarse como persona, de ser ella misma, de mostrar la fuerza que posee. De escapar también de los brazos extremadamente protectores de su padre. Un camino que no será sencillo y en el que Affleck muestra una gran elegancia en su historia y en cómo la narra. Es un camino lleno de problemas, de situaciones extremas, peligrosas, tensas… Pero también de momentos íntimos, enormes, con un padre contando a su hija una historia para dormir mejor…
El mayor problema de una película que es realmente buena, es que se parece mucho, muchísimo, a La Carretera. Aunque el trasfondo sea completamente distinto, aunque aquí se trate de la figura de la mujer y lo que los hombres hacemos con ellas (la metáfora del mundo sin mujeres y de lo que sucede con esta niña es evidente. No es muy sutil ni lo necesita) o pretendemos hacer. Es un canto a la libertad y al amor de un padre por su hija… Sí, es distinto en parte en el fondo, pero el exterior, hasta la forma de contarnos la historia, es tan parecida, que no logra impactar tanto como debería. O como podía haber hecho. Se queda en buena, podía ser brillante.
Jesús Usero
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