Me ha sorprendido la capacidad de esta primera entrega de la serie Las crรณnicas de la noche –The Night Chronicles, juegan en el original con hacer de su creador, M. Night Shyamalan, una especie de franquicia-, para replicar casi al milรญmetro el planteamiento que se impone como fรณrmula o marca de fรกbrica en todas las pelรญculas del director de El sexto sentido. Coincide con ellas en su capacidad para iniciar la historia de manera mรกs o menos curiosa o incluso interesante, y luego se va desarrollando en vertiginoso deslizamiento hacia lo previsible, chafรกndonosย con una sorpresa final, que suele no ser tan sorpresiva como sus artรญfices pretenden, lo que parecรญa una apuesta curiosa de partida que no obstante reconozco que me resultรณ entretenida en sus primeros treinta o cuarenta minutos de metraje.
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Suelo definir este extraรฑo proceso que vengo observando en este director desde El sexto sentido en adelante afirmando que M. Night Shyamalan sabe poner muy bien la mesa, una mesa a veces con cubiertos de lujo y ciertamente atractiva que siempre nos conduce al optimismo merced a unos entrantes que conquistan el paladar el espectador por su imaginaciรณn y por las expectativas de despiertan de lo que vendrรก despuรฉs, pero fastidia el รกgape a medida que nos vamos acercando a los postres. ย Ese proceso contagia a John Erick Dowdle, firmante de esta pelรญcula, que creo contaba con un guiรณn suficientemente interesante del autor de Hard Candy, Brian Nelson, basado en una historia de Shyamalan, como para haberle sacado mejor partido arriesgando un poco mรกs.
En esta ocasiรณn la idea de meter a unos cuantos pringados en un ascensor para que les pase de todo no es ciertamente nada nuevo โahรญ estรกn Nรกufragos, dirigida por Alfred Hitchcock, una de las sombras, o si ustedes lo prefieren โinspiracionesโโฆ elijan lo que mรกs les guste, de M. Night Shyamalan. Tambiรฉn tenemos otros referentes esenciales que le quitan galones de originalidad al planteamiento argumental de La trampa del mal, como la interesante El ascensor, de Dick Maas, y si me apuran nada de lo que he visto en La trampa del mal me ha quitado tanto las ganas de subirme con un puรฑado de extraรฑos a uno de esos cajones suspendidos del vacรญo por unos cables โla situaciรณn no invita al optimismo, ciertamente, y tiene ya en sรญ misma todos los condimentos para resultar inquietante por sรญ misma si nos paramos a pensarlo- como el arranque de Resident Evilโฆ
Pero que no sea especialmente original en su planteamiento argumental no me importa tanto como el modo en el que despliega ese argumento y empieza a explicarse, tirando no obstante de una fรณrmula que me recuerda mรกs el cine de catรกstrofes menos pulido que, por ejemplo, el trabajo de reto narrativo, visual y de montaje asumido este mismo aรฑo por Rodrigo Cortรฉs en Enterrado.
Desde la antigua Grecia, o quizรก incluso desde los balbuceos rupestres de nuestros mรกs primitivos ancestros de las cuevas, ya estรก contado todo lo que habรญa que contar, y la originalidad en esto de la fabulaciรณn es siempre muy relativa y sometida a la casualidad de que alguien no descubra sorpresivamente un inesperado antecedente de lo que acabamos de ver en algรบn videoclub de segunda manoโฆ Asรญ que el tema de la originalidad, o no, de la historia, no me preocupa en absoluto. Me fastidia mรกs que en esos antecedentes citados, asumidos o no por los artรญfices de La trampa del mal, la propuesta fuera mรกs imaginativa y/o esforzada a la hora de atacar una situaciรณn argumental de este tipo.
Verรกn ustedes, por ser mรกs claro: mi problema con esta pelรญcula es que la veo con algo de pellejo de telefilme de los de antes, los que siguen enchufรกndonos algunas cadenas de televisiรณn en horario de sobremesa el fin de semana. No se arriesga en mantener la trama dentro del ascensor, sino que salta continuamente a la situaciรณn en el exterior para oxigenar la historia por el camino mรกs fรกcil, y luego ademรกs no tiene mucho รฉxito a la hora de hacer que lo que ocurre dentro o fuera nos atrape de algรบn modo en su trama. No tenemos una buena historia de cine de catรกstrofes fuera porque le falta el espectรกculo visual que solรญa acompaรฑar a este tipo de productos (La aventura del Poseidรณn, El coloso en llamas, Pรกnico en el tรบnelโฆ piensen en la que mรกs les guste). Y tampoco tenemos una historia de posesiรณn demonรญaca o terrorรญfica en el interior del ascensor, porque le falta el desarrollo realmente inquietante que tal cosa habrรญa requerido, por ejemplo en una clave mรกs de Actividad paranormal.
Asรญ las cosas, la pelรญcula enfrenta el problema de quedarse a medio camino. En primer lugar quiere abarcar mucho, lo que la hace mรกs endeble en sus dos ambientes, dentro y fuera del ascensor. Deberรญa haberse decantado por una de las dos opciones. Asรญ nos va sacando de un entorno al otro interrumpiendo la tensiรณn creciente que deberรญamos haber tenido en cualquiera de esos ambientes por separado. En segundo lugar tampoco se decide por militar en el campo del terror o del suspense, y esa indefiniciรณn despista al espectador, que no sabe a quรฉ palo quedarse a la hora de acomodarse a una u otra traducciรณn de lo que estรก viendo en la pantalla. Finalmente, llama la atenciรณn que el guiรณn haya recurrido a una anรฉcdota argumental que ya habรญa utilizado M. Night Shyamalan en Seรฑales para darle mayor entidad al personaje del policรญa con ese suceso de su pasado que brota como โsorpresaโ en el desenlace.
Miguel Juan Payรกn