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martes, mayo 21, 2024
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Momentum **

Momentum **

Vehículo de acción para el lucimiento de Olga Kurylenko en plan heroína de acción.

Ni un momento de respiro. Todo acción. Poco argumento. Carreras, peleas, persecuciones, tiroteos, explosiones. Eso es lo que constituye esencialmente la propuesta de esta película que se estrena en las plataformas de vídeo bajo demanda el próximo viernes 6 de noviembre. Olga Kurylenko demuestra que puede echarse sobre sus espaldas todo el peso de una película de acción si le dejan. Ella es el elemento fundamental que mantiene el interés en este largometraje totalmente volcado en la acción y poco interesado en desarrollar historia o personajes más allá de lo estrictamente necesario para que sirva como ligero armazón argumental a los momentos trepidantes. Claramente el director apuesta porque su protagonista, asociada a su antagonista, interpretado por James Purefoy, pueda ser suficientemente resolutiva para sostener todo lo que no sostiene la construcción de la historia o el guión, que encadena tópicos con un desparpajo ciertamente llamativo. Para asegurar la jugada, divide el antagonismo entre un excesivamente parlanchín Purefoy (especialmente en la escena de la tortura), y un Morgan Freeman fichado como estrella invitada para adornar un puñado de escenas y darle algo más de solidez a una propuesta que queda limitada precisamente por ese encadenado constante de momentos de acción e intriga sin pausa habitada por personajes esquemáticos que intercambian diálogos previsibles, golpes y disparos, resueltos visualmente con una estética más propia de la publicidad que del cine. Hay mucha caligrafía publicitaria y poca caligrafía cinematográfica en este largometraje. El encadenado de la acción acaba por agotar, algo que hermana esta película con la falta de ritmo de otras propuestas similares y que adolecen de ese mismo defecto de ser “todo por y para la acción”, como las dos versiones de Hitman o el reboot de Transporter, por ejemplo. Purefoy construye su personaje con los estigmas del sádico Joe Carroll que interpretara en la serie The Following, lo que me lleva a pensar que, dado el esquematismo palmario del guión, el director ha fiado todo lo referido a la construcción de personajes más a los encargados del casting que a la dirección de actores. Dicho de otro modo: que Kurylenko, Purefoy y Freeman van en piloto automático, a su libre albedrío.

En lo referido a la construcción del argumento, es significativa la manera y el momento en el que introducen en la trama la información sobre la protagonista, casi al final, en la escena de tortura. Y cómo la introducen: con una larga parrafada de James Purefoy desgranando el pasado del personaje de Kurylenko y explicando sus motivaciones de forma muy forzada. No es extraño que en el desenlace se produzca la impresión de que se les acaba el tiempo para acabar de atar todos los cabos sueltos de la trama, y además confundan el final abierto, recurso perfectamente lícito, con el final sin final que nos proponen.

Momentum nos deja con la sensación de que lo más interesante, la conspiración revelada por la información contenida en el pendrive, se queda fuera de la película, en un “continuará” aplazado y que tiene pinta de ir a parar al limbo. Más habría valido que ese tema quedara incorporado al argumento en lugar de dejarse llevar tanto y con tanto metraje por el exhibicionismo en la acción y recrearse en lo trepidante sin avanzar en el argumento. Quizá de otro modo habrían aprovechado el paisaje de Ciudad del Cabo mejor, porque no sacan partido en absoluto de la ciudad como parte de la trama.

Miguel Juan Payán

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