Crítica de la película Objetivo Londres
Simpática secuela que no pasa de ser una autoparodia. Imagino que los responsables de Objetivo: La Casa Blanca se encontraron desde el principio con un éxito de taquilla inesperado, cuando la película recaudó 100 millones de dólares sólo en USA y un total de 161 millones en todo el mundo, con 70 de presupuesto. Y decidieron lanzarse a la piscina de cabeza y anunciar una secuela. Pero como aquí nadie es tonto, lo hicieron con el mismo reparto, sí, pero con menos presupuesto que la primera entrega, pensando que el público podría picar con la película una vez, pero la segunda sería complicado que tuviese tanto éxito. Y así nos hemos mudado a Londres para una secuela tan disparatada como imposible. Aunque esas son sus mejores bazas.
Contando de nuevo con la mayor parte del reparto original (Gerard Butler, Aaron Eckhart, Radha Mitchell, Morgan Freeman, Angela Basset, Melissa Leo o Robert Forster) exceptuando aquellos que murieron en la primera entrega, la película cuenta como el viaje a Londres para el funeral del Primer Ministro británico, se convierte en una pesadilla cuando unos terroristas convierten la ciudad en un campo de batalla detrás del presidente americano. El resto de la trama (o lo que sea que es eso) se lo pueden imaginar de sobra. Mucha violencia y sangre (no han rebajado el nivel para alcanzar a más público con la censura y eso les honra) y poca tela que cortar. Entretenida, sin duda. Pero en conjunto nada termina de encajar.
Olviden la propuesta imposible, los diálogos que no hay por dónde cogerlos o las situaciones inverosímiles. Cuando Objetivo Londres funciona es cuando es consciente de lo que es, pura explotación, y se toma a guasa a sí misma, que es menos de lo que debería. Si la primera era un plagio descarado de La Jungla de Cristal, pero muy entretenido y con un director como Antoine Fuqua tras las cámaras, esta segunda parte directamente apuesta por las escenas de acción desenfrenadas, la autoparodia (aunque menos de la que debiera) y las explosiones sin fin. El acento escocés de Butler va y viene cuando les place, sin ir más lejos… Todo es una excusa para ir de una escena de acción a la siguiente.
Hasta el villano de la función queda reducido a una sombra, sin personalidad, frente al de la primera entrega. No, no era necesaria la secuela. No, no tiene mucho sentido. Ahora bien, ¿entienden esas reglas del juego? Entonces pasen y disfruten de una película disparatada pero con unas brillantes escenas de acción (el tiroteo final es magnífico de principio a fin) y no le den muchas vueltas. Conocedora de sus limitaciones, la película sólo pretende hacer pasar un buen rato, sacarnos algunas sonrisas y ser partícipes de la broma, algo de lo que los actores son plenamente conscientes. Si buscan cine de calidad, o incluso cine de acción de calidad… quizá en otra sala. Esta película es lo que es, carne de videoclub ochentera pero con mucho más dinero. Como tal funciona y como tal se disfruta y se olvida.
Jesús Usero
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