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Prom **

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Decían hace un par de días en la recientemente estrenada novena temporada de la serie NCIS (serie que, por otro lado, nos encargamos de volver a recomendar por enésima vez), que no hay celebración más americana que el baile de graduación en el instituto, el Prom del título de esta película que se estrena este fin de semana en España. Lo comentaban como una de las curiosidades que siempre parece conocer el personaje de Ducky para dejar al resto mirando con cara extraña. Y es que ni siquiera Acción de gracias es tan yankee como el baile de fin de curso.

El asunto es que una película así, como Prom, resulta por ese mismo motivo, muy difícil de vender en el extranjero. Ni siquiera en su tierra natal ha sido recibida con éxito, para qué negarlo. Fue un fiasco de padre y muy señor mío. Parece ser que a nadie interesa una película sobre el dichoso bailecito que montan en los institutos USA para celebrar la graduación de sus alumnos y su entrada en el mundo adulto. Ni siquiera a ellos. Por eso resulta aún más complicado vender esa idea en el mercado internacional, sobre todo tal y cómo está el nuestro, donde conseguir que una película sea el éxito es siempre una tarea digna de titanes.

Así que si se presenta una película como esta… Pues sí, es un toro difícil de lidiar para su distribuidora, que ve que ni siquiera tiene un reparto de rostros populares al que arrimarse, ya que la única cara conocida parece la de Aimee Teergarden, uno de los rostros surgidos de la excelente serie de tv Friday Night Lights, y que empieza a asomar su cabeza al cine con pequeñas participaciones como la que hizo en Scream 4 o pequeñas películas como ésta. Está claro, eso sí, que los americanos confían en que tantos años con bombardearnos con el temita de marras en cine y televisión, servirán para que el espectador de cualquier lugar del mundo pueda hacer suyo un tema como éste y sienta cierto interés por la película.

Aunque no tardemos ni cinco minutos de proyección en darnos cuenta de que es una película Disney, perfecta para acompañar la proyección de Montecarlo. ¿Qué significa eso, que es una mala película? En principio no, pero sí que va a defender una suerte de valores y principios morales y que, sobre todo, va a presentarnos un instituto blanco como la leche, limpio, impoluto, donde todos son buenos y decentes en principio, donde hasta los chicos malos tienen siempre buen corazón y son gente de fiar. Donde nos e hacen bromas a los que son más débiles que tú, ni nadie roba a los demás, ni hay alcohol o drogas. Ni muchísimo menos hormonas revolucionadas haciendo de las suyas. Es decir, donde todo forma parte de un pequeño cuento de hadas, pero queda muy alejado de la realidad que todos hemos vivido en nuestros respectivos institutos y que sabemos que se vive más allá del océano.

Si partimos de esa premisa y le damos a la película un mínimo de confianza en el proceso de narración, sin demasiados prejuicios por nuestra parte y con la mirada puesta en lo que la película quiere contarnos en realidad y en el esfuerzo de sus responsables por llevarla a cabo, no vamos a encontrarnos con una mala película. De hecho puede que nos llevemos un mínimo de sorpresa ante ciertas cosas y ciertos planteamientos visuales que muchas veces no encontramos en películas de este estilo. Pero sobre todo a nivel narrativo nos damos de bruces con una película como Vidas Cruzadas, pero en el instituto. Esto es, un protagonismo coral y las historias de varios personajes que terminan de cruzarse hacia el final de la película.

En ese sentido cabe valorar el esfuerzo de sus responsables por hacer un guión con un mínimo de salero y con unos personajes hasta cierto punto simpáticos, que hacen llevadera la travesía de algo más de hora y media que dura la película. Hay un intento por dar cierta cohesión a sus historias y hacer a todos ellos al menos gente agradable. Y ponerles en la piel de un grupo de jóvenes actores que no son rostros populares, pero son actores. Al frente de ellos, como decíamos, Aimee Teergarden, que es la más popular del grupo y que no tiene ni que despeinarse para convertir a su personaje en el centro de la historia. La chica ya había demostrado con creces que era una sólida actriz en la serie antes mencionada. Aquí tiene mucha menos chicha que mascar, pero ha sabido sobreponerse a ello y no convertir a su personaje en una niña repelente.

También hay cierto intento por convertir la película en algo visualmente atractivo. Las fotos al inicio y al final, el uso de la pantalla partida. Su sano interés por no abusar del plano/contraplano típico en las conversaciones… Todo ello le da un look bastante competente y la hace destacar algo de la media de películas similares que nos encontramos. Algo, que no es como para lanzar las campanas al vuelo.

Porque todo ello queda lastrado por el exceso de baba y sensiblería tan habitual en este tipo de producciones. Una suerte de cuestiones y tópicos que todos conocemos y que no son evitados en ningún momento de la película. No es ya que conozcamos el final, sino que sabemos qué va a suceder en cada historia minuto a minuto. Siempre se va a optar por el camino de lo más sentimental para poner tierno al personal.

Lo dicho, un producto discreto, sencillo y luminoso, que nunca será recordado por nada en especial, pero que no hará a la gente huir despavorida al verla. Un producto con el sello de una marca y un tono de cuento de hadas que es simplemente como es. Y no engaña a nadie.

Jesús Usero

 

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