Entretenido disparate sobre el tabú del sexo en clave gamberra.
Sexo y generaciones. Tema infalible para la comedia estadounidense. Imán por otra parte para todo tipo de tópicos. #Sexpact no se aparta ni un milímetro de lo esperado y de lo que anuncia su propio tráiler. Proporciona exactamente aquello que propone. Un rato divertido. Algunos chistes bien ejecutados. Otros simplemente perpetrados con alevosía y nocturnidad pero que aceptamos porque en su conjunto el asunto cumple como pasarratos. Y además, sabíamos dónde nos estábamos metiendo. De la mezcla de todo ello sale un rato entretenido, con algunos momentos más o menos divertidos, que te saca algunas risas, y en el que, sorprendentemente, John Cena le saca partido en clave autoparodia a un personaje que acaba por convertirse en un aceptable motor para algunos chistes. De hecho valoro más sus esfuerzos por entrar en esa clave de humor que el más previsible juego de comedia que se traen sus dos compañeros de aventuras, Leslie Man y Ike Barinholtz, y eso que éstos dos últimos están jugando en su propio campo trabajando en clave de comedia y Cena juega en campo contrario, o por lo menos a contracorriente de su imagen. El personaje de padre tontorrón que no se entera de nada y sufre un ataque sentimentaloide al pensar en el posible desvirgamiento de su hija le da mimbres suficientes como para proporcionar una simpática rociada de momentos absurdos que tienen cierta cualidad lisérgica e imponen cierto aire de escape de los más previsibles devaneos de la fauna adolescente de la trama y los aún más previsibles momentos sensibleros que nunca llegaré a entender qué demonios pintan en este tipo producto. Las dos emblemáticas antecesoras de este tipo de propuesta gamberraDesmadre a la americana y Porky´s , no tenían esos lastres emotivos que inevitablemente me provocan arcadas, porque les veo las cartas y en esas cartas hay un descarado intento de domesticar el caos, aligerar el cargamento más gamberro y más catártico por la vía de lo anárquico, que es lo que resulta únicamente válido en este tipo de propuestas. No nos interesa un carajo que se quieran. Queremos ver cómo se hacen la puñeta y echarnos unas risas. No queremos baba emocional. En ésta hay algo de esas emociones embotelladas y por catálogo, totalmente previsibles y prescindibles, donde al final descubren que en el fondo todos se quieren mucho. Pero su toxicidad no llega a mutilar del todo las partes de disparate y pirada de pinza, así que me doy por contento.
Me he reído. Cena me ha resultado simpático por el engorilamiento total de su personaje, y además la pareja de padres fornicadores formada por Gina Gershon y Gary Cole tienen algunos momentos rijosos particularmente eficaces. Pienso que esos personajes se merecen una película para ellos solos, pero sin moñadas, por favor, no les castren como al gato que entonces se echan a perder.
Eso sí, me sacan del asunto el pasteleo de la madre soltera y su hija y la cosa queda mucho mejor.
Miguel Juan Payán
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