Crítica de la película Súper Empollonas
Imaginativa comedia gamberra, con la que debuta como directora de largometrajes la actriz Olivia Wilde.
Desde hace más de tres décadas, las películas relacionadas con las graduaciones estudiantiles son sinónimo de despiporre colectivo y surrealista. Un hecho que se multiplica por mil, si la película en cuestión posee la nacionalidad norteamericana. Esta norma, marcada a fuego por la industria del celuloide, prende con fuerza en la mente de Olivia Wilde para su primera obra como directora.
La actriz de Tron toma como protagonistas de su ópera prima a dos chicas que se han pasado el instituto preparándose para ir a una universidad de élite. Estas jóvenes son Amy y Molly: dos amigas que se insuflan mutuamente la estima que los demás no les otorgan. El día de fin de curso de acerca, y las muchachas están preocupadas por lo que sucederá en un futuro próximo. Tras unas charlas un tanto nerviosas con Amy, Molly entra en el servicio unisex del instituto, y escucha cómo tres de sus compañeros se refieren a ella como a una perdedora. La inteligente teenager se enfrenta a ellos echándoles en cara su supuesto rol de perdedores; pero todo su mundo se derrumba, cuando los tres chavales (que ella siempre había concebido como descerebrados) le confiesan las impresionantes universidades que han aceptado sus respectivas solicitudes. El descubrimiento llena de desazón a Molly; ya que se da cuenta de que no ha servido de nada haber pasado toda la etapa de secundaria estudiando para los exámenes e implicándose en las actividades extraescolares. Esto lleva a la joven a embaucar a su colega Amy, para que ambas acudan a la megafiesta que da uno de los alumnos más populares del centro. La única pega es que desconocen la dirección del anfitrión de la party.
Olivia Wilde desarrolla un espectáculo desquiciado e irreverente, que transita con absoluta libertad por algunos de los problemas esenciales que atenazan la existencia de los estudiantes de secundaria. La intérprete de El cambiazo idea una odisea al estilo de la inolvidable ¡Jo, qué noche!, y la enriquece con una sucesión de diálogos carentes de cualquier censura o decoro.
Para ello, Wilde cede el peso de la comedia al talento de Kaitlyn Dever (Amy) y de Beanie Feldstein (Molly), quienes brillan con sus enérgicas caracterizaciones. Las dos manejan con soltura el caótico escenario planteado, y lo riegan con ocurrencias y espasmos humorísticos realmente sorprendentes. Un trabajo que queda refrendado por el más que competente elenco al completo.
Entre los momentos más apreciables del filme está el de la secuencia donde las protagonistas se transforman en un par de muñecas asexuadas, debido a los efectos de una potente droga que han consumido involuntariamente. También resultan igualmente divertidos los constantes encuentros que Amy y Molly tienen con la difusa Gigi (un papel que engrandece la sugerente encarnación de Billie Lourd).
Pese a estar rodada en el siglo XXI, Súper empollonas demuestra que las fiestas gamberras con el sello estudiantil no han pasado de moda, y que la filosofía de Los albóndigas en remojo y Desmadre en la universidad siguen estando muy de moda en el universo de Hollywood.
Jesús Martín
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