Crítica de la película Tengo Ganas de Ti
Fiel adaptación de la novela que hará las delicias de quien disfrutó de la primera entrega. Babi y Hache vuelven a la gran pantalla para completar esa gran historia de amor escrita por Federico Moccia con las novelas A 3 Metros sobre el Cielo y Tengo Ganas de Ti, que ya fueron adaptadas en su Italia natal y que ahora, un año y medio después del estreno de la primera adaptación española, regresan para volver a llenar las salas de cine como también lo consiguió 3 Metros sobre el Cielo con más de 10 millones de euros recaudados, cifra a la que aspira, sin duda, Tengo Ganas de Ti. Y en una época en la que el cine español anda de capa caída y el fútbol mantiene al público alejado de las salas, una película como ésta, destinada mayoritariamente al público femenino, puede resucitar la taquilla y dar una alegría a nuestro cine, que buena falta le hace.
Hace un año y medio me alcé como defensor de la primera película, pese a sus defectos, porque nuestra filmografía necesita más películas como Tengo Ganas de Ti. Películas que la gente quiera ir al cine a ver. Entretenimiento, romance, drama, pasión… lo que cualquier película romántica americana puede ofrecernos, pero hecho en España. Cine sin pretensiones, y en un campo en el que podemos defender nuestro terreno sin echar la culpa a la falta de presupuesto. Para hacer este tipo de cine no se necesitan 100 millones de dólares. Sólo una historia y unos personajes que enganchen al público. Me pueden llover todos los palos del mundo, pero bienvenida sea Tengo Ganas de Ti y bienvenidas las ganas que tiene la gente de ir a ver la película a las salas. En vez de masacrarla, démosle cancha y dejemos que el público disfrute. Para conseguir una industria fuerte capaz de competir con el mercado internacional, se necesitan más películas como Tengo Ganas de Ti. Muchas más.
Pero dejemos ya las divagaciones y pasemos a lo que interesa, la película en sí. La trama nos lleva un tiempo después del final de la primera película, con el regreso de Hache a Barcelona, tras su estancia en Londres. En su ciudad natal las cosas parecen no haber cambiado a primera vista, pero el mundo no se ha detenido en su ausencia. La falta de su mejor amigo, sus sentimientos encontrados por Babi a la que no puede hacer frente, la complicada relación con su madre… Todo ello parece ser eclipsado por la presencia de Gin, una nueva chica que cambiará su vida y su modo de entender el mundo. Pero, a la hora de la verdad, ¿qué pesará más? ¿La libre y pasional Gin o el amor que marcó su vida con Babi?
Hay que reconocerle a la película que hace una labor encomiable a la hora de adaptar la novela. Queda la sensación de que no falta nada de lo que sucede en el libro, que se han añadido pocas cosas, y que la historia ha sido hilvanada con mucho talento para que quien sea fan de la novela, la vea reflejada en la película con una precisión casi milimétrica. Y digo que es una sensación que deja la película, porque, evidentemente, no puede trasladarse entera página por página a la pantalla. Hay recortes, historias secundarias que pierden peso respecto al libro (como la de la hermana de Babi o la de sus padres) y otras nuevas aportaciones. Pero esos recortes está presentados de tal manera que siempre queda la esencia del papel. Sabe muy bien el guionista cómo recortar las historias que menos fuerza e interés tienen para adaptar la obra.
Otra cosa es que ya la historia original tuviese demasiados enredos, que los personajes sean demasiado extremos o que la película sea en exceso romántica. De eso no tiene culpa un guión que es fiel a la novela. Se trabaja con lo que se tiene, y eso permite que, dentro de la sencillez de las tramas, lo manido de las mismas o lo ridículo de algunos momentos del libro (repetimos, la historia de la hermana de Babi, no hay por dónde cogerla desde la novela, poco se puede hacer ahí), la historia quede perfectamente definida. Algo a lo que ayudan los actores, que conocen muy bien sus personajes, que saben aplicar su talento a ellos y que, cuando son recién llegados, llenan esos vacíos de la historia. El torbellino de energía, secretos y pasión que es Clara Lago frente a ese monstruo de la naturaleza que es María Valverde, por ejemplo. Y entre ellas Mario Casas, que ya ha demostrado que tiene talento con creces (ante cualquier duda, Grupo 7), y ese carisma que hace que la gente quiera ver sus películas. Pero sería injusto negar la presencia de nombres como la siempre brillante Marina Salas (ya era de lo mejor de la primera parte), Cristina Plazas o Carme Elías. Chirría un poco Nerea Camacho, sorprendentemente.
Fernando González Molina demuestra que sabe muy bien cómo quiere contar la historia. Con una notable producción y el talento del director, nos encontramos con una película visualmente muy superior a la contrapartida italiana (aunque servidor tenga especial predilección por aquella Gin, con perdón). Mucho mejor planificada, con más brío, más elegancia y mejores interpretaciones. Bate con ver las carreras de motos o la primera cita entre Gin y Hache. O cómo resuelve el drama con la madre. Nuestra versión de la obra de Moccia es bastante mejor que la suya, qué le vamos a hacer.
El resultado será una película que no sorprenderá a nadie, pese a las evoluciones de los personajes, o las supuestas sorpresas del guión. Pero encantará a quien gustó la primera parte. Es más serena, más honesta y más película. Es perfecta para llenar salas. Sí, con sus tópicos, su amor rebelde y su exceso de drama. Es lo que es y no engaña a nadie, ni lo pretende. Ha nacido para llenar salas y gustar a sus fans. Y seguramente va a conseguirlo sin despeinarse. El resto tiene otras propuestas en salas adyacentes. O el fútbol. Pero incluso aquellos que se vean obligados a verla pasarán el rato sin demasiados problemas. Yo al menos, le deseo lo mejor a la película.
Jesús Usero.
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