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martes, diciembre 10, 2024
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Tensión sexual no resuelta ***

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A veces no se trata sólo de calidad ni de volver locos a los críticos de cine, ni de alzarse con una tonelada de premios en la gala más reciente, u obtener el apoyo de varias asociaciones culturales. A veces se trata simplemente de darle al público lo que desea, una hora y media de entretenimiento y diversión, cargada de humor de toda índole, que arranca las risas de la platea con una eficacia admirable. Sin concesiones a la galería. Sin milongas de medio pelo. Simplemente hacer reír y pasar un buen rato. No hay muchas comedias españolas de esta clase, que atraigan al público más joven. Quizá un par cada temporada. Ahora nos llega Tensión Sexual No Resuelta. Y cumple con lo que promete.

A lo largo de los días y debido a la enorme campaña promocional que ha tenido la película, oiréis hablar de ella hasta en verso, y probablemente muchos se lanzarán al cuello de la película de Miguel Ángel Lamata tachándola de un millón de cosas (puede que hasta algunas sean ciertas). Pero lo que no se puede negar de TSNR es que no sea divertida o no consiga hacernos reír por la vía de la mala leche, el humor escatológico, la situación más surrealista o el personaje más estúpido. Lo hace. Te ríes. La gente reacciona con risas, no con sonrisas. Es más, hasta logra que nos involucremos en la trama y nos preocupemos por algunos personajes que son harina de otro costal y merecen estar expuestos en algún museo de los horrores. Y saca lo mejor de un reparto que está en su salsa, pasándoselo en grande. Algo que, normalmente, suele trasladarse al público que paga por ver la película.

Un público que no acude al cine a descubrir la más profunda realidad de la cultura austrohúngara, ni el origen del Universo, simplemente a que le entretengan. Nadie lleva aires de intelectual cuando entra a ver esta película, lo cual no indica que carezca de cierto humor inteligente, ni que no nos explique alguna que otra verdad que todos llevamos dentro. Simplemente, la película no es elitista. Ni falta que le hace a ella o al cine español.

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La historia que gira entorno a un grupo de personas notablemente dispar, nunca abandona los lugares comunes. Un grupo de personas, no conectadas al principio de la película, se enfrentan a un peligroso juego de seducción, manipulación, amor y sexo. Todos ellos frustrados e infelices, aunque algunos no lo comprendan o lo sepan ver, todos ellos encontrarán lo que deseaban, aunque no lo supieran al principio. No hay más misterio. Una comedia romántica a fin de cuentas y pese a las apariencias. Pero una buena comedia romántica, que no es poco. Y sobre todo una comedia que logra sobreponerse a los tópicos (el heavy duro, el boxeador tronao, la escritora bisexual, el profesor universitario soso, el técnico freaky, la alumna enamorada del profe…) y lo hace gracias a dos elementos muy importantes. Un guion simpático y unos actores entregados.

Fele Martínez recuerda por qué no debería olvidársele como parece que la gente a hecho. Norma Ruiz es un camaleón que se come cada plano de pantalla. Amaia Salamanca está en su salsa pese a lo previsible del papel. Salomé Jiménez arrebatadora y con una cualidad casi angelical. Los cameos de Santiago Segura y Joaquín Reyes (sobre todo este último) arrancan la risa cómplice… Pero hay dos nombres que destacan en la película, con todos mis respetos. Y son Adam Jeziersky y Miguel Ángel Muñoz. El primero dando vida a un desalmado y ruin manipulador que, con todo y con eso, se hace con el favor del espectador desde el inicio. Sus pullas, comentarios hirientes y sarcasmo son geniales por su pose de persona que se las sabe todas. Y Miguel Ángel Muñoz en el papel de rockero furibundo, violento y machista, logra algunas de las mejores secuencias de la película con el aire de superioridad (o chulería, que diría José Mota). Sólo por ellos dos merece la pena la película.

Lamata no confía todo a sus actores, sino que intenta aportar fuerza visual y cierta novedad a un género tan trillado como éste. El formato scope de la pantalla, los actores dirigiéndose a la cámara y rompiendo la cuarta pared, la cámara al hombro… Algunas cosas funcionan y otras no. Pero tiene que lidiar con ciertos problemillas que podría quizá haber evitado. El primero es el doblaje en algunas secuencias en las que el sonido directo parece no haber terminado de funcionar. Y que se notan y renquean. El segundo son unos diálogos que suenan demasiado artificiales y que requerían de una reescritura para obtener un mejor resultado. Es, al final, de lo que más se resiente la película.

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Luego tenemos chistes de todo tipo. Algunos acertadísimos (ojo al boxeador en su gimnasio, o a la versión moderna de Romeo y Julieta) otros no tanto (la broma sobre el personaje de Pilar Rubio, humor negro descafeinado). Los más crueles e inteligentes, aunque no te hagan estallar en carcajadas te hacen reír y consiguen que cada uno piense sobre lo manipuladores que somos todos una vez en una relación. Pero sobre todo el humor físico (golpes, patadas, cabezazos…) y sus reacciones, funcionan como un reloj. El ejemplo más claro, la escena principal de Joaquín Reyes con Miguel Ángel Muñoz y la posterior huida del primero. Simplemente hilarantes.

Quizá uno pueda preguntarse si la película no es algo machista. Los chicos o no son precisamente grupos o están desmejorados para la ocasión. Las mujeres son todas preciosas y enseñan carne a la primera ocasión (en pocas películas españolas se verán tantas bellezas juntas). Cuestión de darle importancia o no al asunto. Yo no se la daría. Puede que la cifra de taquilla de su primera semana nos ea para tirar cohetes, como siempre, pero el boca a boca puede darle mucha vida a esta comedia. Porque es justo lo que el público estaba esperando. Y el público sabe mucho de esto.

Jesús Usero

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