fbpx
AccionCine tu revista de cine y series
4.5 C
Madrid
martes, abril 23, 2024
PUBLICIDAD

The Florida Project *****

The Florida Project *****Un juego de niños en tonos pastel con música optimista de celebración que se va amargando y haciendo más maduro a medida que progresa la trama. Es una celebración de la inocencia que podría recordarnos en algunas de sus secuencias y planos lo que propusiera Fernando León de Aranoa en su película Barrio, de no ser porque allí asistíamos a los últimos coletazos de la ingenuidad devorada por las desilusiones de la adolescencia y la amargura se imponía desde el primer momento y aquí estamos todavía, llevados de la mano por la edad de sus protagonistas, en una infancia que todavía lo espera todo y, al menos al principio del relato, siempre espera lo mejor. Detalle a tener en cuenta sobre esto que comento: la secuencia de la competición de escupitajos en The Florida Project recuerda aquella otra de los tres protagonistas compitiendo por ver con qué coche se quedan, pero hay una diferencia importante no sólo respecto al tono más amargo y desilusionado de la de León de Aranoa y la edad de sus personajes, sino por el lugar que cada uno de estos fragmentos ocupa en el relato general de Barrio y de The Florida Project.




Otro detalle interesante de esta muy interesante propuestas es el de cómo encajan perfectamente su horizontalidad visual con los edificios bajos y dominada por líneas rectas, derivada de la propia fisonomía urbana del barrio en el que se desarrolla la historia, con la horizontalidad generacional que existe entre madres y padres infantilizados (la manera en la que los niños se dirigen a los adultos, de tú a tú, sin respeto alguno, la conducta irresponsable de la madre adulta pero infantil desafiando al encargado cuando fuma en casa), padres y madres irresponsables, que parecen congelados en el ámbar de su adolescencia ya perdida, una horizontalidad generacional irresponsable podríamos llamarla, cada vez más extendida en todo el mundo occidental y en los barrios más desfavorecidos socialmente, derivada aberrante del «padre/madre=colega» y de una mal entendida y peor aplicada idea de la tolerancia y la libertad. En ese sentido es significativo cómo arranca toda la historia con el tema de los escupitajos y cómo se cierra ese prólogo con el plano de la madre sentada sobre la mesa, fumando despreocupadamente, con un niño a cada lado, y el niño afirmando: «Mi mamá comete errores todo el tiempo», y la madre haciéndole una peineta dedo índice alzado al helicóptero que pasa y riéndose estúpidamente. De ese modo la película pasa a mostrar a las madres como adolescentes en esa fiesta nocturna en torno a la furgoneta de la comida donde se expone esa genial idea de convertir a los adultos en los secundarios de una historia adulta contada desde las peripecias de los niños. Ese paseo por el edificio, de puerta en puerta, con la nueva amiga, resumiéndole las vidas de sus vecinos, abre paso al gran plano general posterior al apagón donde toda esa comunidad del edificio con color pastel y aspecto de castillo de cuento infantil se desborda más allá de las puertas de sus apartamentos como si la miniatura de sus existencias cobrara vida. Es un plano que tiene el mismo carácter de la microhistoria para el estudio de la historia, como la propia película dice mucho más sobre la sociedad estadounidense desde la observación y exposición de esas vidas de seres aparentemente sin importancia para los grandes acontecimientos.

Lógicamente el tema principal de toda esa propuesta horizontal concordante es hacia dónde se dirige esa sociedad atascada en una horizontalidad que parece no ir hacia ninguna parte, generación tras generación.

Brillante en muchos sentidos, se gana a pulso al oportunidad de contender en los premios a lo mejor del año.

Miguel Juan Payán


COMENTA CON TU CUENTA DE FACEBOOK

©accioncine


AccionCine - Últimos números

Paypal

SUSCRÍBETE - PAGA 10 Y RECIBE 12 REVISTAS AL AÑO

Artículos relacionados

PUBLICIDAD

Últimos artículos