Excelente película francesa para los más románticos de la casa. No es que nos llegue todo lo que se produce en Francia, ni muchísimo menos, la verdad es que debido a la crisis cada vez nos llega menos material y más tarde. Cosas del mundo en el que vivimos. Pero sí hay que reconocerle a los distribuidores españoles el esfuerzo por traernos películas que casi nunca son éxitos comerciales (lo de Intocable se ve una vez cada diez años), pero que atraen al público más cinéfilo y que sirven para dar color y variedad a la cartelera, siempre dominada por el mercado anglosajón. Y además hay que reconocerles que tienen buen gusto a la hora de elegir las películas que nos traen.
En este caso nos llega Un Amour Jeunesse, la crónica de un amor joven entre una pareja que parece locamente enamorada pero que se separa cuando él emprende un viaje para descubrirse y conocer mundo por Sudamérica. Un viaje que le llevará ocho años. A su regreso la relación vuelve con él, pero todo ha cambiado y ha cambiado demasiado. Una curiosa historia romántica, sencilla y compleja a la vez, elegantemente rodada y contada y con un reparto que sabe transmitir perfectamente cada una de las etapas por las que pasan los dos personajes principales.
La película se centra en el punto de vista de ella, una excelente Lola Creton, quizá no la actriz más guapa del mundo, pero con un aire de vecina de al lado que hace completamente comprensible que uno se enamore de ella. En la larga ausencia de él, vemos cómo es su vida en Francia, cómo crece, cambia, estudia, trabaja, vuelve a amar… Todo en la película tiene su tiempo, su momento y su lugar, no hay prisas ni ganas por acelerar la historia. No hay enormes saltos temporales, o al menos no se tiene esa sensación. Sí se siente que la historia evoluciona poco a poco, a un ritmo natural.
Todo en la película tiene un aire de elegancia, de mimo, de sutileza por parte de la directora Mia Hansen-Love, que aprovecha hasta los estudios en arquitectura de la chica protagonista sirven para contarnos poco a poco cómo evoluciona y cambia su estado de ánimo. O la escena inicial en la que nos presentan a los personajes. O el regreso de él ocho años después, con la vida completamente cambiada y todo casi resuelto para ambos, poniendo sus mundos patas arriba. Sebastian Urzendowsky también hace un trabajo encomiable, aportando un punto de Peter Pan a un tipo libre y algo despreocupado.
Todo el aire de la película es el de una historia de amor perdido y quizá encontrado. La necesidad que tenemos por recuperar ese sentimiento adolescente pese a todos los cambios. Esa sensación que nos invade con el primer gran amor. De eso nos habla esta pequeña película francesa con mucha sabiduría y con unos intérpretes magníficos, a la que a veces se le va la mano con la contemplación, pero pocas veces. Una perfecta película para ver en pareja.
Jesús Usero.
