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jueves, marzo 28, 2024
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Wonder Wheel ****

Wonder Wheel ****Una de las más acertadas de Woody Allen en los últimos años.

En contra de la opinión general, opino que ésta es una de las mejores películas de Woody Allen en los últimos años. Y es una de las que más me gusta de su cosecha reciente. Y por lo que he escuchado al salir del pase de prensa, creo que puede ser también una de las más incomprendidas por crítica y público en los últimos años. Así que ésta es una de esas películas en las que toca mojarse, y me mojo: de las mejores del Woody Allen reciente.

¿Quizá es que la gente espera reírse aunque estemos en un drama? ¿Woody Allen sólo está autorizado a hacer risas? Me da la impresión de que el personal estaría más interesado en que se hubiera centrado en el niño pirómano que en los adultos de la historia. Aunque en realidad, y esto sería otro asunto a abordar interesante, los adultos son retratados con características de inmadurez que a mí al menos me hacen pensar que ese niño, desde el estupor que le genera un cortocircuito en la cabeza y le pone a echar cerillas para montar fuegos en cualquier sitio, es más maduro que los adultos que le rodean.




Le han reprochado a la película que hablan mucho, lo cual en absoluto me parece inusual en la filmografía de Woody Allen, que ciertamente no anda falta de diálogos. ¿Acaso el cine de Allen no suele ser normalmente una metralleta de palabras disparadas contra el espectador a través de sus personajes?

Lo que ocurre con esta película es que Allen la ha escrito como una obra de teatro, pero la ha rodado como una película. Lo cual me parece un ejercicio muy interesante y bastante curioso, propio de un director en la madurez que sigue jugando con las posibilidades expresivas de los medios en los que ha trabajado y cuyo lenguaje, claramente, como demuestran algunos juegos de luces y colores en este largometraje, sigue despertando su curiosidad.

Hay como dos corrientes en la película. Desde el lado teatral, el propio Allen introduce en el diálogo el nombre de Eugene O´Neill, pero hay muchos detalles de personajes, conflictos y lenguaje que recuerdan más bien las adaptaciones al cine de las obras de Tennessee Williams.

Por otro encontramos una clara alusión al cine de melodrama cinematográfico de los años cincuenta, con un juego de iluminación y colores extremos que pasa de los fríos azules a los cálidos anaranjados, como en la secuencia en que Carolina le confiesa a Ginny sus enredos sentimentales con el vigilante playero interpretado por Timberlake, que además de reflejar el conflicto entre los personajes llevando el enredo sentimental hasta lo cromático parece casi una broma, por el camino de la exageración, de la manera en la que el maestro del melodrama hollywoodiense de los años cincuenta, Douglas Sirk, trabajaba el color con sentido simbólico, no aportando realismo sino todo lo contrario. En ese sentido, y no olvidemos que entre las definiciones de melodrama nos encontramos la suma de música más drama, Allen juega también con cierto tono perverso de ir a la contra y distanciarse de los tópicos que acumula la fórmula por la vía de la parodia con la música, que le aporta un tono de vodevil de enredo a todo el conjunto del relato. Reparemos en que la película comienza en una localización playera que a todo cinéfilo le remitirá inevitablemente al comienzo de una de las películas más destacadas de la filmografía de Douglas Sirk, Imitación a la vida.

Pero en todo ese juego con los tópicos del género que afloraban en el cine norteamericano de los años cincuenta debemos tener en cuenta que no todo el melodrama de la época brotaba de Douglas Sirk. Me da la impresión de que si en lo estético Allen visita y quizá hasta homenajea con cierto guiño de parodia esa propuesta, en lo referido a su trabajo con los actores está trabajando más en una clave que me recuerda la película Clash By Night, dirigida por Fritz Lang en 1952 sobre una obra de Clifford Odets. El trabajo que hace aquí Kate Winslet me recuerda mucho lo que hiciera Barbara Stanwyck en aquella otra película. La Carolina que interpreta aquí Juno Temple, cuyo desenlace merece estar entre las mejores resoluciones de personajes que ha filmado Allen en toda su carrera, una elegancia casi mágica, un plano de elegancia mágica del cine de una extrema sencillez pero una notable elocuencia que además deja todo el espacio al espectador para que llegue a sus propias conclusiones y participe activamente en el relato, rememora en cierto modo el papel que interpretara Marilyn Monroe en aquella película de Lang. El trabajo de John Belushi del que interpretara Paul Douglas en Clash By Night. O al menos así me lo parece.

De manera que sí, yo también quiero ver la historia de ese niño pirómano dirigida por Woody Allen, pero eso no es lo que toca en esta especie de remembranza o eco del cine clásico rescatado por Allen en continuidad con ese aire de nostalgia que impregna toda su filmografía y aún más sus últimos trabajos, en los que está elaborando una especie de despedida de todo aquel cine que le ha emocionado a lo largo de su vida, con todos los tópicos y defectos que él mismo reconoce y sospecho incluso homenajea en este trabajo, que no es teatral, aunque a primera vista pueda parecerlo.

Miguel Juan Payán


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