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viernes, abril 26, 2024
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Zooloco *

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En estos días que corren en los que el calor ataca sin piedad y la gente se refugia en la playa, la piscina o los centros comerciales, las películas familiares suelen hacer su agosto (valga el chiste fácil), como si se tratase de navidades, y encuentran el éxito en ofrecer a los niños un rato entretenido y a los padres un refugio delo calor junto a sus hijos. Si además consiguen arrancarnos un par de sonrisas o carcajadas, pues entonces ya puede considerarse la entrada por bien invertida. Los niños siempre, o casi siempre, van a salir igualmente contentos. Sobre todo los más pequeños.

Si no hace mucho defendía Los Pitufos por ser mucho más divertida de lo que parecía en un primer momento, y hacía algo similar con Los Pingüinos de Mr. Poper, asumir que son lo que son y que tienen y ofrecen lo que tienen que ofrecer para entusiasmar a los niños, con Zooloco no podemos defender tanto la película porque no llega a salvar los muebles, por desgracia. Los animalitos parlantes son un peligro porque pueden acabar pasando factura si no se consigue que hagan reír. Y si encima uno no tiene claro a qué público va destinada la película… pues como que la cosa se complica.

La trama gira en torno a un guardia del zoo en Nueva york que de repente descubre que los animales hablan y comienzan a ayudarle para conseguir que se relacione con mujeres, en especial con una que le abandonó hace años y a la que quiere recuperar. Aunque su compañera de trabajo tiene mucho que decir en todo ello. El problema de la trama es que es demasiado enrevesada para los niños más pequeños y demasiado simple para los adultos. Quizá simple no sea la palabra correcta. Es más bien que es tan predecible y ñoña que resulta cargante desde el minuto dos hasta el final del metraje.

Hay demasiados personajes, humanos y animales, que entran y salen de la función como Pedro por su casa, sin aportar nada, sin dejar nada, muchas veces simplemente por hacer un gag, que no funcionan casi nunca, lo que complica aun más la situación para los más pequeños. No tiene la sencillez que tenían Los Pitufos o Mr. Poper, ni tampoco el encanto de la segunda o la nostalgia y los chistes para los mayores de la primera. Ésta viene producida por Adam Sandler y se nota en el humor de trazo grueso y algo cansino que el actor tiene en sus películas y que trasladado al mundo infantil, donde los chistes escatológicos deben ser mucho menores por la censura (la mayoría son hablados) no consigue enganchar completamente con la audiencia. Se queda perdida. Y no hace reír.

Porque si consiguiese sacarnos de nuestro sitio alguna que otra vez con un par de chistes salvajes o cargados de mala baba, si tuviese algún personaje que nos hiciese reír o cuya mera presencia ya fuese una coña marinera, si tuviese un poco de alma a la que acudir para que emocionase a las familias… Pero nada de eso se encuentra en Zooloco. La película naufraga porque no tiene nada de lo anteriormente citado. Y la cosa podría estar más o menos a la par con otras producciones del género si no fuese por la cantidad de talento desaprovechado que hay en sus fotogramas.

Desde un Kevin James que siempre ha tenido mucho más carisma y calidad cómica que las películas que acaba protagonizando y al que es una pena deambular por el metraje pese a sus esfuerzos, a gente como Rosario Dwason, Leslie Bibb o Ken Jeong, que es como el Guadiana y nunca está en pantalla más de dos minutos, con el juego que podría haber dado su personaje, un friki de mucho cuidado trabajando en el zoo. Y eso sin contar con las voces que en versión original incluyen nombres como los del propio Sandler, Nick Nolte, Maya Rudolph, Cher, Jon Favreau o Sylvester Stallone. En español José Mota le pone mucha experiencia y saber a uno de los osos, pero no es suficiente. Siempre queda esa sensación de “¿tanto para esto?”. Podía haber dado mucho, muchísimo más de sí. Por ejemplo, podía haber sido divertida.

A veces el humor funciona brevemente, pero tan brevemente que uno se mosquea aún más esperando que la cosa coja ritmo y termine de funcionar, como en la escena del Friday’s entre James y el gorila o la persecución final con homenaje a King Kong incluido y una entrada en casa de Donnie Wahlberg que no tiene igual en toda la película. Son pequeños destellos que van más allá de las típicas caídas o roturas de pantalones o tomaduras de pelo varias a las que nos somete el guión.

Porque, con todos mis respetos (aunque parece ser que a los que no respetan es a nosotros), la película no es de género fantástico porque los animales hablen, lo es por ver a un tipo como Kevin James, que es cualquier cosa menos un donjuán de Hollywood, ligarse a dos mujeres como Leslie Bibb y Rosario Dawson. Eso no hay quien se lo crea. Ni la trilogía de El Señor de Los anillos y toda la saga de Harry Potter juntas tienen tanta fantasía como esta película, que a veces parece servir para saldar la deuda de algún guionista o productor con las mujeres de buen ver. Lo que se hace con Bibb, que sin venir a cuento pasa de ser una chica normal, a convertirse en un ser despreciable y estúpido, no tiene nombre, ni explicación ni razón de ser más que humillar al personaje y lo que representa.

Así que si quieren pasar un buen rato en familia, hay opciones mucho más interesantes. Aunque en estos casos los que mandan no son los padres, son los niños. Quizá ellos le saquen más jugo a esta extraña película que no consigue nada de lo que se proponía, y que encima desaprovecha el talento de su reparto. Esperemos que no haya una secuela…

Jesús Usero

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