Crítica La sombra de Caravaggio ★★★½ (2023)

Crítica La sombra de Caravaggio película dirigida por Michele Placido con Riccardo Scamarcio, Louis Garrel, Isabelle Huppert

Crítica de la película dirigida por Michele Placido, y protagonizada por Riccardo Scamarcio, Isabelle Huppert y Louis Garrel

De qué va La sombra de Caravaggio

Michelangelo Merisi, más conocido como Caravaggio, ha tenido que huir de Roma, tras ser condenado a muerte por asesinar a un noble en una reyerta. El pintor se refugia en Nápoles, en el palacio de Costanza Sforza Colonna, mientras espera el ansiado indulto del Santo Oficio. A tal efecto, el Papa Pablo V recurre a los servicios de un eficaz investigador llamado La sombra, para que aporte pruebas a favor y en contra del perdón del popular artista.

Crítica La sombra de Caravaggio

La vida de Caravaggio goza de la atracción de las existencias canallas y siniestras, marcadas por el desequilibrio existente entre el deseo del artista por realizar obras destinadas a perdurar eternamente y su gusto por las peleas callejeras, las borracheras sonadas y las escaramuzas en burdeles de todo tipo. Esta montaña rusa de sensaciones en constante cambio es lo que intenta reflejar Michele Placido, en este acercamiento a la escurridiza figura de Michelangelo Merisi; y lo hace desde un punto de vista narrativo cuidado y convencional, sustentado por una ingeniosa y meritoria ambientación histórica. El actor (interviene en el film como el hedonista y ambiguo Cardenal Del Monte), guionista y director presenta un retrato de Caravaggio centrado en la genialidad del pintor, y estimulado por su apego a escoger modelos de vírgenes y santos entre prostitutas y mendigos. Una obsesión que valió al imperecedero maestro del claroscuro la persecución del poder dogmático e inquisitorial de la iglesia de Roma.

Ese desequilibrio entre el talento y la rebeldía es lo que guía la evolución de una historia concebida como un ejercicio de investigación casi policial, llevada a cabo por el representante del Santo Oficio, al que en el film se conoce como La sombra (Louis Garrel). Esta especie de Philipe Marlowe sin imparcialidad concebida se erige como el motor principal de un biopic que no logra transmitir en su totalidad la pasión incontrolada de Caravaggio por la vida y los pinceles, pese a que Ricardo Scamarcio realiza una correcta interpretación del pintor fallecido en 1610, a los treinta y nueve años de edad.

La caracterización del protagonista de Flecha negra es la que resulta más convincente; ya que Louis Garrel nunca consigue transmitir sensaciones comprensibles, a través de un papel tan rocoso y desdibujado como La sombra; e Isabelle Huppert está constreñida, en el cuerpo de la inteligente y seductora Costanza Sforza Colonna.

Michele Placido somete la caótica vida de Merisi a una exposición secuencial en la que adquieren notable prestancia las composiciones escénicas del pintor, a la par de sus interacciones con diversas prostitutas/modelos, y con el comprensivo Felipe Neri. Pero no alcanza un nivel parecido cuando se trata de profundizar en la psique de los distintos tipos que pueblan la pantalla (de Giordano Bruno al Papa Pablo V), y que se convierten en meros apoyos humanos para la evolución argumental.

Pese a la promiscuidad sexual y los constantes enfrentamientos a espada desnuda que protagonizó Caravaggio en la vida real, Placido se queda en un posicionamiento políticamente correcto, no tan exuberante en tentaciones como era el universo que se asocia con las rondas nocturnas de Michelangelo Merisi. Una perspectiva que ofrece una versión más contenida que la ejecutada por Derek Jarman en 1986, en el film titulado simplemente Caravaggio.

Aunque brillante en su trabajo de escenografía, La sombra de Caravaggio adolece de una adecuada construcción del duelo central: el personificado por el pintor y el emisario papal denominado La sombra. Esta persecución realizada a base de testimonios y recuerdos no logra igualar las escenas en las que Merisi habla con sus quebradizas modelos, o cuando se enfrenta a su propia locura interior. En esos momentos, la película sí consigue acercarse a la magia plástica del inmortal creador transalpino, quien transformó la santidad en carnalidad vulnerable y sublime.

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Aunque la versión de Michele Placido sobre la existencia de Caravaggio es bastante contenida, los espectadores pueden comparar con la perspectiva más atrevida seguida por Derek Jarman, en 1986.

Jesús Martín

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