Crítica El callejón de las almas perdidas
Crítica de la película El callejón de las almas perdidas
Cine negro con aires de película de terror
La vuelta de Guillermo del Toro detrás de las cámaras nos trae una película bastante más compleja e interesante que La Forma del Agua, aunque no pierda del todo ese aspecto de fábula, de cuento con cierta moraleja que revisa hasta dónde es capaz de llegar la codicia y la maldad de los hombres. Aprovechando un maravilloso reparto y con la fuerza narrativa del director mexicano, que destaca siempre, incluso en sus proyectos menos apetecibles. El callejón de las almas perdidas es un repaso a muchos elementos del cine negro y muchos elementos de la filmografía de Guillermo del Toro, combinados para ofrecernos una película que es, ante todo, muy personal y distinta a lo que hay habitualmente en la cartelera.
Huyendo de su pasado, un hombre acaba en una feria ambulante donde se encuentra todo tipo de personajes, incluyendo un geek (un tipo que se dedica a arrancar la cabeza a los pollos y que es tratado como un animal), una joven que controla la electricidad, un forzudo, un jefe realmente despiadado y una pareja que ejercen como mentalistas. Cuando comience a trabajar con ellos aprenderá el arte del mentalismo lo que quizá sirva para cambiar su destino y conseguir todo aquello que siempre ha anhelado. ¿Pero hasta dónde estamos dispuestos a llegar por conseguir nuestros deseos? ¿Qué deseamos sacrificar? ¿Somos capaces de escapar de nuestro pasado? ¿Qué clase de monstruo se haya realmente en nuestro interior?
Bradley Cooper carga con el protagonismo de la cinta con enorme brillantez. Un tipo inteligente, observador y quizá algo cruel, o no. Es un personaje complejo, un arquetipo del cine negro que poco a poco se desenvuelve ante nuestros ojos y que no deja de sorprendernos. Sobre todo por el hecho de que deberíamos despreciarle muchas veces y, sin embargo, sentimos cierta empatía por él, por su patetismo muchas veces. Por su forma de no entender el mundo de verdad. Rooney Mara y Cate Blanchett están, como casi siempre, maravillosas. La aparente fragilidad y fuerza de la primera, la presencia de la segunda como mujer fatal… Es una delicia verlas en acción, pero también a Toni Colette, Willem Dafoe, Ron Perlman, Richard Jenkins o, especialmente, David Strathairn. Qué desperdiciado está de cuando en cuando y la falta que hace que le den más papeles como éste…
Del Toro maneja el espacio visual y los movimientos de cámara como pocos. Mezcla ese aire de feria del terror con la gran ciudad, con sus movimientos elegantes de cámara, con una fotografía exquisita y con ese toque de cuento de hadas, que recuerda a la maravillosa Carnivale y que, de cuando en cuando, tiene unas explosiones de violencia que nos sacuden. Hay quizá dos películas en su interior y la primera parece interesar más al director que la segunda. Además le sobra mucho metraje a una película que alcanza las dos horas y media. No se hace larga, pero podía ser mejor si le quitasen 20 minutos de metraje. Quizá de las sesiones psicológicas o del arranque incluso… Pero es una muy buena película que nos recuerda lo gran director que es Guillermo del Toro.
Jesús Usero
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