Crítica de L’immensità
Imaginativa y fantasiosa película de Emmanuele Crialese, en la que destaca la absorbente interpretación de Penélope Cruz, como una madre al borde del colapso existencial.
Desde que Sergio Leone formó tándem artístico con el compositor Ennio Morricone, las películas del maestro de Érase una vez en América se convirtieron en obras inseparables de las sensaciones que transmitían sus increíbles bandas sonoras. Algo así le sucede a L’immensità, cuyo curso narrativo no sería el mismo sin las canciones de Raffaella Carrà, Adriano Celentano y Patty Bravo.
La acción de la película de Emmanuele Crialese retrata a la familia Borghettise: un clan italiano de los años setenta, que vive cómodamente en Roma. Sin embargo, la aparente felicidad que deberían experimentar no es tal, ya que los padres son como extraños para ellos mismos, encerrados en una vida en común que solo les produce desazón y tristeza. Semejantes problemas no pasan desapercibidos para Adri (Luana Giuliani), la hija mayor de los Borghettise: una preadolescente que prefiere comportarse y ser tratada como un chico, mientras su entorno intenta negar su determinación en cuanto a la identidad de género. Al tiempo que la callada Adri se sumerge en su mundo, Clara (la matriarca, a la que interpreta Penélope Cruz) sufre intensamente, para frenar la debacle que se le viene encima. Excesiva y voluntariamente infantil, Clara protege a sus tres pequeños de su esposo, al que ve como el auténtico enemigo de la estabilidad familiar.
Emmanuele Crialese se acerca a la realidad terrorífica de los Borghettise de una forma amable, a través de incursiones fantasiosas, transformadas en brillantes números musicales. Este apartado, el de las coreografías glamurosas y atrayentes, es el que mejor funciona en L’immensità; y el que genera una mayor claridad con respecto a la personalidad de Clara y de sus vástagos (Adri, Gino y Diana Maria). Al ritmo de Rumore -de Raffaella Carrà- y de Prisencolinensinainciusol -de Adriano Celentano-, la película consigue elevar la factura artística, con un grupo de actores totalmente implicados en estos números musicales, diseminados inteligentemente a lo largo del metraje (Penélope Cruz está genial, cuando versiona los movimientos de Raffaella Carrà y el aspecto inconfundible de Patty Bravo).
Sin embargo, la espectacularidad de las secuencias de baile queda un tanto desvirtuada por la incapacidad del guion para exponer con verosimilitud el abismo existencial que viven los Borghettise; y que está focalizado en los problemas de género que persiguen a la joven Adri, y en las dificultades de Clara para sobrevivir al falso matrimonio que se ve obligada a mantener. En este terreno, el de las realidades ajenas a los sueños sinfónicos, Emmanuele Crialese se muestra bastante escaso de recursos, y la opacidad por la que apuesta no es la mejor de las soluciones posibles.
Ni siquiera la esquemática y breve historia de amor/amistad entre Adri y Sara sirve para potenciar el relato, ya que el papel de la hija de Clara y Felice peca de excesivamente cerrado, carente de puntos de fuga románticos y emocionales.
Por su parte, la supuesta enfermedad mental del rol de Penélope Cruz está recreada a modo de boceto, sin la adecuada profundidad psicoanalítica. Un error que perjudica la comprensión de L’immensità, y que puede desconectar a los espectadores de lo que acontece en la pantalla.
Jesús Usero
★
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