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Crítica Fallen Leaves película dirigida por Aki Kaurismäki con Alma Pöysti, Jussi Vatanen, Anna Karjalainen, Alina Tomnikov
Emocionante e imaginativa aproximación a las comedias románticas, que firma el magistral y virtuoso cineasta finlandés Aki Kaurismäki.
De que va Fallen Leaves
Ansa (Alma Pöysti) y Holappa (Jussi Vatanen) son dos personas solitarias, que pasan sus respectivas existencias en trabajos que no les emocionan ni les motivan. Una noche, durante una sesión de karaoke en un club, los dos jóvenes se conocen por casualidad, y ambos sienten algo especial el uno por el otro. Sin embargo, la brevedad del instante y las circunstancias adversas separan a estos amantes platónicos de forma drástica; aunque nunca definitiva.
Crítica Fallen Leaves
Conforme transcurre el metraje de Fallen Leaves, la sensación de visionar una obra del pasado –a pesar de que el argumento transcurre en el presente- se transmite de manera subliminal en el patio de butacas. La culpa de ello está en el estilo creativo del cineasta finlandés Aki Kaurismäki, capaz de despertar emociones diversas, ante planos que remiten a las normas libertarias de la Nouvelle Vague, o a las emotivas secuencias de algunas de las obras de Charles Chaplin (El chico, como principal leitmotiv). Para conseguir este efecto, el director de Un hombre sin pasado despliega su enorme e innegable talento, a la hora de sincronizar el sonido y el componente visual, como si se tratara de un heredero digno y sincero de los avances aportados por Jacques Demy, en Los paraguas de Cherburgo.
La acción de la película centra su foco dramático en Ansa (Alma Pöysti) y Holappa (Jussi Vatanen): dos personas solitarias perdidas en la inmensidad de Helsinki, a las que no les motivan sus respectivos trabajos y existencias. Una noche, Ansa y Holappa se conocen por casualidad en un karaoke; y en su interior se despierta algo muy parecido al amor. Sin embargo, la brevedad del momento y las circunstancias posteriores al mismo hacen que la pareja de amantes platónicos esté condenada a vivir separada. Una realidad que los jóvenes no están dispuestos a aceptar, por lo que deciden burlar al destino.
Aki Kaurismäki saca partido a su virtuosismo escénico, a través de un relato que explota el tema de la comedia romántica, sin renunciar a la identificación sensible con los comportamientos amorosos extremos. Un punto de partida que dota a la película de un molde de atracción irresistible, fomentado por la aparente simplicidad de la historia y la capacidad para profundizar en la humanidad de la galería de los personajes que deambulan por el metraje.
La música, como en la mayor parte de los títulos de la sólida filmografía de Kaurismäki, es uno de los motores primordiales para marcar la evolución del romance entre Ansa y Holappa. Componente activo al que se une al interés por marcar la atmósfera de un aroma de nostalgia constante, que rememora épocas inolvidables del invento de los hermanos Lumière. Por ejemplo y en este sentido, entre las ocurrencias del director finlandés destaca la de la proyección en un cine de Los muertos no mueren, de Jim Jarmusch, ante la que un par de espectadores comentan que la cinta voluntariamente gamberra de JJ es muy del estilo de Robert Bresson. Esa facilidad con que el guion salta del drama al humor ayuda a desencadenar una fuerte empatía ante lo que sucede en la pantalla, que contribuye a romper la posible resistencia del público frente a las casi miméticas interpretaciones de Alma Pöysti (Ansa) y Jussi Vatanen (Holappa).
Quizá, uno de los mayores aciertos de Fallen Leaves estribe en la economicidad costumbrista que transmite. AK muestra una ciudad de Helsinki verosímil y coherente, ajena a los estereotipos de solvencia monetaria que se suelen asociar con la vida cotidiana en los países nórdicos. El responsable de El otro lado de la esperanza exhibe la parte menos complaciente de su país, pero la atenúa con su imaginativa manera de trabajar cada plano y secuencia. En este terreno, es bueno escarbar –como ejemplo clarificador- en las referencias que vienen a la mente en el plano de Ansa, Holappa y la perrita Chaplin andando por una explanada carente de acotaciones urbanísticas (esta escena no la habrían descartado los halcones de la Nouvelle Vague para incluirla en su rompedor movimiento).
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En realidad, Fallen Leaves funciona como un film que homenajea al séptimo arte de todas las épocas, desde Charles Chaplin a la Nouvelle Vague, sin olvidar la cinta Los muertos no mueren, de Jim Jarmusch.
Jesús Martín
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